
Un lunar y una peca son manchas en la piel de las que
distinguimos más de 30 tipos. En el pasado se extraían todas, aunque la mayoría
son benignas. Muchos las consideran como un motivo estético pero lo
verdaderamente importante es analizar esas manchas y comprobar que no se
corresponden a un tumor.
La metodología que se emplea para analizar estas manchas de
las que hablamos es la epiluminiscencia, que consiste en una lupa con un líquido
que distribuye un pigmento por la dermis. Gracias a esta prueba se puede
afirmar si la lesión es peligrosa o no. Por otra parte, también se lleva a cabo
la digitalización de los lunares con posibilidad de riesgo, de manera que se capta una imagen y al cabo
de unos meses se superpone con una imagen tomada anteriormente. Por medio de
esta comparativa se puede establecer si hay evolución o no en ese lunar.
Un pequeño porcentaje de los lunares que podemos detectar en
nuestro cuerpo deben ser analizados por sus características propias. Aquellos
que se aparecen en niños, los que encontramos en zonas delicadas como pezones,
genitales o plantas de los pies, y aquellos que ofrecen imágenes parecidas a
las del melanoma. Los dermatopatólogos saben distinguir perfectamente de qué
lesiones hablamos. Además, las nuevas tecnologías han ayudado a que los
diagnósticos de gravedad se hayan reducido en comparación con los que se daban
antaño.

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